Algo más sobre la historia y pre-historia de A.ISP.I.

Laura Dolfi

Università di Parma

Fue durante el XIV congreso de A.ISP.I. celebrado en Nápoles, exactamente en la asamblea del 31 de enero de 1992, cuando fui elegida en la Junta directiva de A.ISP.I, y me fue asignado el cargo de vicepresidente. Se trataba de una figura nueva cuya creación había sido propuesta por la Junta saliente presidida por Giuseppe Grilli. Esta Junta, con el consentimiento de la asamblea, realizó también otros dos cambios importantes con vistas a la estructura de la Asociación: la fusión de los cargos de secretario y de tesorero y la reducción a dos de los cuatro componentes restantes. En pocas palabras, de las juntas amplias (de siete personas) que se habían ido subsiguiendo desde el 13 de enero de 1974 (fecha de la elección de la primera presidida por Giovanni Maria Bertini) se pasaba a esta más reducida de cinco1.

Además, el año 1992 correspondía – aunque no oficialmente – a un aniversario, es decir a los veinte años desde el envío (en noviembre de 1972) de aquella carta con la que un reducidísimo grupo de hispanistas invitaba a los colegas de las diferentes universidades a participar en un encuentro que tenía como finalidad, junto con la de tratar temas de común interés científico y profesional, la de poner las bases de una Asociación Italiana de Hispanistas. Y es significativo que precisamente para este XIV congreso la Junta directiva, antes que proponer un tema concreto como los modelos literarios, la narrativa de los últimos veinte años, escritura e imagen, barroco y neobarroco, los modernismos y las vanguardias, los problemas de la enseñanza y de la traducción (por mencionar solo algunos de los anteriormente elegidos), hubiera preferido optar por un tema más general y bibliográfico, por un balance de las publicaciones realizadas, y más exactamente por una reflexión sobre L’apporto italiano alla tradizione degli studi ispanici.

Como de costumbre, cerradas las ponencias y la asamblea, mientras los demás se despedían y alejaban, los cinco elegidos nos reunimos para tomar los primeros acuerdos y decidir las cuestiones más urgentes. Luego, también nosotros nos marchamos: Teresa Cirillo para regresar a su casa en Nápoles y los otros cuatro para coger el tren: Ermanno Caldera para Génova, Paola Elia para l’Aquila, y Aldo Albonico2 y yo respectivamente para Milán y para Florencia, coincidiendo ambos durante un largo tramo. Albonico, como secretario-tesorero, llevaba consigo una caja de cartón donde estaba reunida toda la documentación de la Asociación que, a falta de una sede fija, pasaba de una ciudad a otra siguiendo el lugar de residencia de los sucesivos secretarios. Fue así como durante el viaje, y para que nos resultara menos aburrido, empezamos a ojear su contenido: había muchos papeles amontonados de forma confusa.

Fue el recuerdo de aquel viaje lo que me sugirió la idea de poner orden en aquellas hojas sueltas para crear un ‘archivo’ coherente que quedara como testimonio de la actividad de nuestra Asociación3; por eso le pedí a Albonico que me entregara el material y me puse al trabajo. Luego, y casi como consecuencia directa, vino el propósito de relatar su contenido escribiendo la historia de la Asociación, con sus más de dos décadas de actividad. Esa historia se publicó en 19984 e, intencionadamente, en coincidencia con otro aniversario: los veiticinco años de A.ISP.I. Sin embargo, si los documentos que se habían guardado me permitieron fijar con seguridad la fecha de la fundación (1973), reconstruir las cronologías y los temas de los congresos celebrados, seguir el cambio de las Juntas directivas, y señalar las iniciativas y los problemas afrontados, ningún rastro quedaba de la existencia de reuniones o de intentos anteriores a la ya mencionada carta de 1972.

Ha sido durante nuestro encuentro5 para celebrar en Roma otro y más importante aniversario, el cincuantenario de A.ISP.I., cuando Maria Vittoria Calvi ha recordado que Guido Mancini, en su artículo sobre la enseñanza del español en Italia (publicado en 1964), alude al hecho de que por aquellas fechas se estaba “tratando la constitución de una asociación nacional de Profesores de español”6. Esta breve afirmación, aunque demasiado rápida y no detallada, es sin duda muy importante porque constituye una prueba evidente de que una voluntad de agregación existía ya unos diez años antes de que ese proyecto se concretara.

Estimulada por estas palabras, me ha parecido, pues, interesante buscar otras pistas que confirmaran y completaran esta afirmación. Por eso, y buscando un camino de investigación diferente del de la consultación de libros y artículos, he acudido a los epistolarios7, donde en efecto he encontrado datos muy concretos que permiten situar estos primeros intentos en la primavera-otoño de 1963.

Además, es probable que un primer imput hacia la constitución de una Asociación de hispanistas italianos hubiera surgido el año anterior cuando, de vueltas del primer congreso de la Asociación internacional (celebrado en Oxford en septiembre de 1962), Franco Meregalli informó a Carmelo Samonà sobre una “costituenda sezione italiana dell’Assoc[iazione] Internaz[ionale di] Ispanisti” presidida por el catedrático más antiguo, Giovanni Maria Bertini8. Asimismo varios meses más tarde fue el mismo Bertini quien, escribiendo a Oreste Macrí, volvió sobre el tema aludiendo al ejemplo ofrecido por los colegas franceses: “Che ne pensi se si formasse una sezione italiana dell’Ass[ociazione] Intern[azionale] di Ispanisti (come si è fatto in Francia)?”9.

Aunque este interrogante demuestra que en la primavera de 1963 esta sección no se había realizado todavía, es un hecho que, por parte de varios, estaba surgiendo la exigencia de lograr una mayor visibilidad ‘nacional’ y mayores oportunidades de encuentro y de comunicación dentro del, en aquel entonces, escaso grupo de hispanistas.

De esta situación, por ejemplo, Macrí se quejaba con Samonà que, expresándole su absoluta conformidad:

Non meno di te anch’io sono convinto dell’utilità (e del contenuto di civiltà) che avrebbe un buon accordo e uno scambio frequente di notizie fra quei quattro gatti che siamo noi ispanisti italiani10,

le confirmaba que había hablado con Guido Mancini y que este último pensaba organizar una reunión “completa” de hispanistas en la que se discutirían todos los problemas que los presentes señalarían: “probabilmente coincideranno in gran parte con quelli da te annotati durante il nostro ultimo incontro” concluía11.

A esta carta se añadió, el mes siguiente, otra de Franco Meregalli, que, informado por Samonà de un encuentro en Pisa, dio su inmediato consentimiento (“Sono perfettamente d’accordo”); es más, casi aludiendo a los resultados concretos que esta reunión podía conllevar, recordaba los resultados ya conseguidos por otros: “Avrai visto che gli ispanisti francesi si sono riuniti in una associazione nazionale”12. Analogamente, diez días más tarde, refiriéndose a la delicada cuestión de las oposiciones, reivindicaba la autonomía de la Lengua y literatura española con respecto a la Filología románica: “Sono anche del parere che ormai il nostro ispanismo sia abbastanza adulto per poter fare a meno della tutela unilaterale della filologia romanza”13. Asimismo, aludiendo a los compromisos improrrogables que lo obligaban a estar en Madrid en el mes previsto para la reunión (septiembre)14, adelantaba su opinión sobre los temas que pensaba se debaterían. Así, otorgaba su conformidad a que se defendiera el “prestigio” de las cátedras de español y a que se considerara imprescindible que los programas de las “scuole medie” y las oposiciones para sus profesores se reformaran siguiendo los criterios sugeridos por los hispanistas15.

Sin embargo, siendo él uno de los primeros catedráticos16, su ausencia a ese primer, significativo, encuentro tuvo que resultar poco oportuna, puesto que, solo pocos días más tarde, Mancini aplazó la fecha programada a comienzos de noviembre, como Meregalli había sugerido17. En esas nuevas fechas, fijadas para el 8 y 9 de noviembre18, los “professori Ordinari di Spagnolo” se reunirían en Pisa, en la sede del instituto de Mancini para tratar temas de común interés acerca de la enseñanza del español en Italia19.

El 2 de octubre, acercándose ya la fecha establecida, Mancini envió a Macrí el orden del día y un esquema de todas las actividades previstas pidiéndole su visto bueno y sus posibles sugerencias20. Luego, el 8 de octubre, mandó este mismo texto como carta circular (fig. 1-2), confirmando el carácter ‘abierto’ de la reunión21, detallando la escansión cronológica de los dos días y añadiendo algún pormenor práctico22.

[Fig. 1-2]

El programa dejaba amplio espacio para el debate, y preveía varios momentos de descanso y de entretenimiento. Los trabajos se abrían a las 10 del 8 de noviembre y proseguían hasta las 13 para reanudarse (después de la comida en el Hotel Duomo) a las 17; a las 20 estaba prevista la cena en el mismo Hotel y (a las 21,30) una recepción ofrecida por la Asociación de Estudiantes Latino-Americanos. Los trabajos se reanudaban a las 9,30 del siguiente 9 de noviembre hasta las 13, cuando todos se desplazaban a Tirrenia para participar en una comida ofrecida por los “Enti Locali” y, a las 15, en una excursión a la Certosa di Calci e a Vicopisano ofrecida por la Oficina de Turismo. Como clausura (a las 17,30), estaba prevista una recepción en el Rectorado.

El orden del día, del que ahora se definía formalmente como un “convegno”, fijaba de manera clara los temas que era imprescindible debatir y que, yendo más allá del propósito de crear una asociación, se referían a la didáctica y a la investigación, al mundo de la escuela y al de la universidad. La constitución de la “Associazione Ispanistica Italiana” correspondía solo al V punto, precedida por la enseñanza en la escuela secundaria – que aparecía en primer término –, por los problemas de los lectorados de español en Italia y de italiano en España, y por las “libere docenze”. Luego, seguían la elección de la sede del congreso internacional de hispanistas, las conferencias de profesores españoles en Italia, las publicaciones de hispanística y las acostumbradas “Varie e eventuali”. Se trataba, pues, de un encuentro importante tanto por su novedad, como por la variedad de los temas elegidos.

Muchos fueron los que aceptaron la invitación (el 3 de noviembre, casi a vísperas, Mancini constataba que estaba previsto el plenum23). La iniciativa, pues, podía considerarse un éxito e incluso sus resultados, aunque no extraordinarios, fueron considerados, en parte, satisfactorios. Lo observaba por ejemplo Carmelo Samonà:

come scambio di occhiate e pretesto per guardarci in viso, è andato secondo le speranze […]. Quel che conta è conoscersi, parlare, non sollevare cortine”24.

Asimismo, insistiendo indirectamente en la positividad del encuentro, ante un Macrí que, por lo visto, se había mostrado decepcionado y dolido, intentaba suavizar las imperfecciones y discrepancias que habían surgido:

Secondo me molte delle tue proposte erano buone nella sostanza: ma come primo incontro, bisognava tener conto degli umori di riunioni “alla buona” che un po’ tutti invocavamo; e anch’io pensavo soprattutto a una prima “sgamata” fra ispanisti. Poi, pian piano, vedrai, le cose si ordineranno anche come sistema e, diciamo, istituzionalmente.

Y finalmente, concluyendo, le manifestaba su disponibilidad con un “Comunque, io son qui, in attesa di suggerimenti e reclami di massima”. Pero, estas sugerencias problablemente no llegaron, como tampoco unas notas de Macrí que Samonà pensaba utilizar, con otras de Mancini, para redactar su informe sobre la reunión. Así, en el mes de diciembre, mientras Bertini preguntaba “Che ne è della nuova associazione italiana di ispanisti?”25, Samonà insistía: “attendo un tuo riscontro, nonché notizie circa la famosa relazione del nostro convegno di ispanisti”26.

Sea como fuere, y pesar de que este primer encuentro no hubiera llevado a resultados tan inmediatos como algunos habían esperado, es un hecho que el proyecto siguió adelante. Lo demuestra una carta de julio de 1964 donde Samonà – destacada una vez más la “maggioranza” de filólogos románicos en los tribunales de las oposiciones de español en la universidad – le anunciaba a Macrí el envío (a él y a Mancini) de un primer borrador de estatuto de la Asociación, que había preparado con Jole Scudieri Ruggieri siguiendo el esbozo de estatuto de la Societé francesa que el mismo Macrí le había enviado27.

Sin embargo, en las cartas que siguieron, no encontramos otras referencias a la Asociación, que probablemente fue el tema de un intercambio de opiniones solo verbal. En efecto, los nombres de los hispanistas que hemos ido mencionando hasta aquí aparecen entre los de los miembros del “Gruppo di ricerche ispanistiche del C.N.R.” constituido poco más tarde en Pisa por Guido Mancini. Y es inevitable que esta adhesión conllevara otros contactos y otras oportunidades de debate sobre temas diferentes dirigidos, ahora, hacia un resultado común. Basta pensar, por ejemplo, en una carta que Samonà escribió a Mancini el 9 de mayo de 1965 con motivo de la posible elaboración de una “Bibliografia dei fondi ispanistici delle biblioteche italiane”28, y que fue enviada ‘para su conocimiento’ a Giovanni Maria Bertini, Alberto Del Monte, Oreste Macrí, Franco Meregalli, Margherita Morreale, Jole Scudieri Ruggieri y Carmelo Samonà.

Por supuesto, la finalidad de este grupo, como su mismo nombre declaraba, era solo la investigación, pero es un hecho que correspondía a una primera forma de agregación29, aunque limitada al ámbito universitario y a un número de personas mucho más reducido con respecto al de una asociación.

Para que se llegara a esta última tuvieron que pasar otros años hasta aquella fecha 1973 que, con el encuentro constitutivo de Cortona, marca el paso de la pre-historia al comienzo de la historia de A.ISP.I. En las cinco décadas que han transcurrido desde entonces muchas cosas han cambiado: en la asociación, que ha ido variando progresivamente sus objetivos y logros, y en su país de referencia, España, que en 1973 seguía bajo la dictadura de Franco, una dictadura que la marcaba de manera profunda, y también más allá de sus evidentes consecuencias políticas y sociales. Esto se percibía de manera muy neta.

Recuerdo, por ejemplo, que precisamente en ese 1973 viajé a Madrid; y un día, dejando la Biblioteca nacional y sus manuscritos, pasé por la Real Academia Española para entregar a su secretario perpetuo, Alonso Zamora Vicente, un sobre con un libro que mi maestro, Oreste Macrí, me había confiado. Fue una visita que me impresionó mucho, y no solamente por la solemne belleza del edificio y por la percepción inmediata de las muchas horas de trabajo y de sabiduría que lo caracterizaban.

Por teléfono me habían dado una cita para las doce, y a las doce me presenté. Me recibió un conserje que me acompañó hasta el despacho de don Alonso: desde la entrada, con su majestuosa escalera, se vislumbraban un pasillo forrado de cajoncitos (el fichero que reúnía las palabras del diccionario) y un salón con butacas de terciopelo rojo y con grandes pinturas colgadas en las paredes (los retratos de los anteriores directores). Zamora Vicente me acogió con amabilidad, sonriendo, y mientras me acercaba a su mesa pronunció una frase inesperada y que nunca pude olvidar: “¡Que puntuales sois los europeos!”. Fue en aquel entonces cuando por vez primera ‘vi’ a los Pirineos, y no ya como elemento meramente geográfico, sino como componente connotativo de una España encerrada en sí misma, aislada de Europa y, a lo mejor, proyectada hacia el Atlántico y hacia el sueño de un imperio que ya no existía.

Esta España, con la que el primer hispanismo tuvo que convivir, con la muerte de Franco y con el fin de la dictadura, pronto desapareció para dejar espacio a una España moderna y proyectada hacia Europa. Y paralelamente, también la Asociación de los hispanistas italianos, ya olvidados los documentos firmados contra las condenas a muerte30, pudo centrarse exclusivamente en importantes problemas didáctico-científicos y, antes que nada, en la ya recordada escasa presencia de la enseñanza del español en las escuelas de nuestro país (como atestiguan las reiteradas peticiones dirigidas al Ministero della Pubblica Istruzione). No es una casualidad, pues, que la recién nacida asociación, durante casi veinte años (es decir hasta 1992, fecha en la que se fundó la paralela A.ISP.I-Scuola31) acogiera entre sus miembros, junto a investigadores y a profesores de universidad, incluso a profesores de instituto. Y del par significativo era el abanico de las asignaturas representadas, que se extendía de la lengua y literatura de España a las de Portugal y de Hispano-América, unificadas todas en una común y más amplia identidad ibérica32. Identidad esta que, quizá inevitablemente, con el multiplicarse de las cátedras y del número de los investigadores presentes en cada sector llevó cada área geográfica al deseo de una mayor visibilidad y al consiguiente surgir de otras dos asociaciones autónomas: la de los lusitanistas y la de los hispanoamericanistas33 (distinto es el caso de la temprana Associazioni italiana di Studi catalani34).

Así, con los años y con el subseguirse de varias Juntas directivas y de varios presidentes35, el A.ISP.I. ha ido cambiando su estructura y perfeccionando sus resultados: los congresos han ampliado el número de los ponentes y han adquirido un ritmo regular, los primeros “Notiziari” con la actividad desarrollada por los diferentes ‘Institutos’ y con las noticias sobre las últimas publicaciones han desembocado en bibliografías consistentes: las 367 páginas del Repertorio Bibliográfico degli Ispanisti Italiani, impreso al cuidado de Paola Elia en 1992, las 303 de su integración y puesta al día hasta 1996 al cuidado de Antonella Cancellier y Luisa Selvaggini en 1998; y las 207 de su nueva integración y puesta al día hasta 1999 al cuidado de Antonella Cancellier, Renata Londero y Luisa Selvaggini en 200136. También las relaciones con las Asociaciones de hispanistas de otros países y con la internacional (AIH)37 se han hecho más intensas. Y sobre todo se ha intensificado la colaboración con todos los organismos españoles presentes en Italia, cuya aportación se ha confirmado cada vez como más fundamental: basta pensar, en momentos sucesivos, en la institución de becas38, en el apoyo a la organización de congresos y encuentros39, en la aportación a las publicaciones, sin olvidar la rápida aceptación40 de la propuesta de fijar la sede de la Asociación en el Instituto Cervantes de Roma y de colaborar activamente en la constitución de una biblioteca específica, un “Fondo A.ISP.I.”, que completara la información sobre libros y artículos con su fácil localización41.

A estos indudables resultados, conseguidos con las aportaciones de las juntas que se han subsiguido a lo largo de los años y del empeño de todos sus presidentes, se han ido añadiendo otras dos iniciativas importantes desde el punto de vista de la investigación: la fundación en 2013 de una revista, los Cuadernos AISPI42, acertadamente pensada con dos editores (un italiano y un español), y con números alternados que respetan las dos facetas, literaria y lingüística43, de nuestro hispanismo; y el estreno en 201744 de una colección de volúmenes misceláneos (la Biblioteca AISPI de Lenguas y Literaturas Hispánicas) también centrados en temas lingüísticos o literarios.

Además, la difusión de estas publicaciones ha sido lograda acudiendo (con la colaboración del Centro Virtual Cervantes) a los modernos medios de digitalización que han puesto a disposición en acceso abierto no solo todos los números de la revista y de la colección, sino también la Storia dell’AISPI, las actas de los anteriores congresos y los antiguos repertorios de los hispanistas. Incluso la difusión de los coloquios y jornadas de estudio organizados en Italia y en el extranjero, así como la información sobre becas, normas ministeriales45, y todo lo que pueda resultar útil para la investigación y para la enseñanza universitaria han logrado un inevitable desarrollo con el paso de las circulares impresas a la moderna y bien estructurada página web de la Asociación.

Queda, pues, ahora al actual presidente (Marco Presotto), a la actual Junta directiva46, y a las Juntas venideras, la tarea de seguir llevando adelante todas estas actividades y de añadir otras aceptando el desafío de fomentar aún más la información47, la importancia y la visibilidad del fecundo hispanismo italiano.

1Coincidiendo, pues, en número con el ‘Consejo provisional’ que, desde mayo de 1973 a enero de 1974, había acompañado la fase preliminar de A.ISP.I. Ahora sin embargo no se trataba, como en aquel entonces, de un presidente, de dos vicepresidentes, un secretario y un tesorero, sino de un presidente, un vicepresidente, un secretario-tesorero y dos miembros.

2Además de estos cuatro nombres con los que compartí mi experiencia de vicepresidente, quiero recordar los que me acompañaron, con un análogo espíritu de colaboración constructiva, durante el siguiente trienio de mi presidencia: Elide Pittarello (vicepresidente), Antonella Cancellier (secretaria-tesorera), Alessandra Melloni y Teresa Cirillo (miembros).

3 A la finalidad de favorecer los contactos entre los hispanistas y de censar la presencia de la enseñanza ibérica en nuestras universidades respondía en cambio el Panorama degli insegnamenti di area iberica impartiti nelle università italiane que compilé, durante los seis de mi presencia en la juntas de A.ISP.I., organizando una red de ‘correspondientes’ en cada sede universitaria. Este Panorama que cada socio recibía adjunto a la circular – fichaba, para cada ciudad, las asignaturas ibéricas dadas, el nombre y el cargo del profesor, la Facultad y el departamento, la dirección y el teléfono.

4Cfr. Laura Dolfi, Storia dell’A.ISP.I. (Associazione Ispanisti Italiani), 1973-1997, Roma, Bulzoni.

5Organizado el 15 de septiembre de 2023 (en el Aula Magna de la “Sapienza”) por el presidente de A.ISP.I., Marco Presotto, y por la Junta directiva compuesta por Gloria Bazzocchi, Marco Ottaiano, Floriana Di Gesù, Isabella Tommasetti.

6Cfr. Guido Mancini, “Problema de enseñanza y estudio del castellano en Italia”, en Presente y futuro de la lengua española, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1964, p. 337. De esta futura asociación Mancini detallaba las finalidades: “la ampliación del español en las escuelas de segunda enseñanza, el intercambio de becas, la fijación de programas de investigaciones científicas para cuya realización se pide la ayuda del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas Italiano, los fondos para publicaciones de hispanística, la constitución de un instituto nacional para Hispanoamérica, la organización para una cineteca especializada, etc.” (ibidem).

7Mis investigaciones se limitan a los datos presentes en las cartas enviadas a Oreste Macrí. Estas cartas inéditas ofrecen un primer esbozo de la prehistoria de nuestra A.ISP.I.; otros, si querrán, podrán completar estas páginas consultando otros epistolarios, fondos, etc.

8Carta de Samonà a Macrí del 20 de octubre de 1962: O.M. 1a.1995.47 (las signaturas mencionadas en estas notas remiten al fondo Oreste Macrí del Gabinetto Vieusseux de Florencia).

9Tarjeta postal no fechada, y sellada 4 de mayo de 1963 (O.M. 1a.1995.135bis). Como veremos, Francia adelantó a Italia incluso cuando se trató de fondar una asociación nacional.

10 Carta del 7 de abril de 1963 (O.M. 1a.1995.51).

11Ibidem.

12Carta del 10 de mayo de 1963 (O.M. 2a.1995.31). No extraña que Meregalli mencione como ejemplo a Francia, puesto que, al contrario del Reino Unido que tenía una Asociación desde hací tiempo (la Asociación de Hispanistas de Gran Bretaña e Irlanda existía desde 1955), la Société des Hispanistes Français (SHF) se había fundado en aquel mismo 1963.

13Carta de Meregalli del 20 de mayo de 1963 (O.M. 2a.1995.32). E insistía: “Se la filologia romanza è disciplina affine alla letteratura spagnola, questa lo è a quella, sicché non si vede perché, se si vuol continuare a mettere nelle commissioni di spagnolo dei professori di filologia romanza, non si mettano poi professori di spagnolo nelle commissioni di filologia romanza. Sono contentissimo di restar fuori di ogni commissione; ma questa è una questione di principio su cui non si dovrebbe transigere”.

14Era este el mes más cercano en el que Mancini había pensado para tener tiempo de tomar contacto “con tutti gli altri colleghi”. Era, pues, esta la fecha que Samonà había comunicado a Macrí en su, ya citada, carta del 7 de abril de 1963.

15Ibidem.

16Como es sabido la primera cátedra de Lengua y Literatura Española fue asignada a Giovanni Maria Bertini; y pasaron muchos años antes de que se celebrara una segunda oposición, en 1956; Meregalli fue, junto con Mancini y Macrí, uno de los tres ganadores.

17También escribiendo a Macrí: “Se fosse possibile spostarla andrei volentieri a Pisa agli inizi di novembre” (carta de Meregalli del 20 de mayo de 1963, O. M. 1a.1461.32).

18Como consta de la carta de Mancini a Macrí del 28 de mayo: “Per varie ragioni la riunione è stata fissata per i giorni 8 e 9 prossimi. Confido nel tuo intervento” (O.M. 1a. 1325. 19). Por las mismas fechas también Giovanni Maria Bertini se refería a un coloquio de hispanistas, pero en Roma (véase su “Perché non prepariamo un convegno d’ispanisti a Roma, in novembre? Ci verresti? Bisognerebbe concordare un programma”, tarjeta postal del 21 de mayo: O.M. 1a.221.136).

19Carta del 28 de mayo, cit. Otras rápidas alusiones a esta cita en Pisa se encuentran más tarde, en dos tarjetas postales de Bertini (del 9 de julio y del 16 de octubre, O.M.1a.221.137 y 139) y en una carta de Samonà (del 21 de julio, O.M. 1a. 1995.53).

20Carta O.M. 1a.1325.21. Es evidente que en esta reunión Mancini, Samonà y Macrí tuvieron un papel destacado; lo sobrentiende también la carta de Samonà del 24 de noviembre (sobre la que volveremos más tarde, O.M.1a.1995.55).

21Cfr.: “L’ordine del giorno è puramente di massima: è stato compilato seguendo un criterio ampio per i temi che possono maggiormente interessarci. È chiaro che potrà essere modificato all’inizio della nostra riunione” (O.M. 1a.1325.22).

22Todos se alojarían en el Hotel Duomo en Via Santa Maria.

23Se lo comentaba a Samonà, que a su vez se lo comunicó a Macrí el 3 de noviembre (O.M.1a. 1995.54).

24Carta del 24 de noviembre (O.M. 1a. 1995.55). Falta en el fondo que hemos consultado el acta de la reunión que Mancini remitió a Macrí (que se lo había solicitado) con su carta del 28 de noviembre (O.M.1a.1325.24).

25Tarjeta postal a Macrí del 3 de diciembre (O.M.1a.221.142).

26Carta a Macrí del 21 de diciembre (O.M. 1a. 1995.52).

27Cfr. su carta a Macrí del 16 de julio de 1964 (O.M. 1a.1995.61).

28Véase la copia de esta carta presente en el Fondo Macrí: O.M.1a.1995.64. Este proyecto bibliográfico colectivo no se concretó: Macrí, quien lo había propuesto, era favorable, Mancini y Bertini bastante favorables, mientras Del Monte era contrario, y Samonà y Scudieri no estaban convencidos porque consideraban difícil establecer las reglas a seguir (cfr. ibidem). La atención a los fondos ibéricos italianos fue entonces llevada adelante solo con iniciativas individuales, en forma de artículos o de libros. Véanse, entre los libros, los repertorios de las Bibliotecas universitarias de Génova (por Damonte, 1969), de Venecia (por Bianchini, De Cesare, Ferro y Romero, 1970), y de Pisa (por Giuliana Piacentini, 1972); de la Biblioteca Nacional de Bari (por Impiombato, s. a.), de la Nacional de Florencia – Fondo Magliabechiano (por Ambrogetti, Chiappini, Massoli, Norti, a partir de 1970) completado por el de las Facultades de Letras y Magistero (por Dolfi, 1976), etc.

29Que de cualquier modo no era fácil de conseguir. A este respecto son significativas las palabras desanimadas que Samonà escribía a Macrí el 21 de junio de 1964: “Son d’accordo con te sulle buone prospettive del centro (se si farà). Sono, invece, un po’ pessimista sulle persone piuttosto che sulle cose. Ciascuno di noi preso individuamente avrà pur qualche merito; ma è difficile vederci adunati assieme e intenti a ragionare delle cose d’interesse comune: centro di ricerca, studi, concorso imminente. In questo, almeno da un certo punto in poi, mi pare d’esser monade fra monadi; e me ne dispiace” (O.M. 1a.1995.60).

30Véase la moción contra los regímenes de España, Portugal y América Latina de junio de 1973, la protesta contra la condena a muerte del anárquico Puig Antic dirigida al Ministerio en enero de 1974, o contra la ejecución de cinco componentes del Frap y de Eta enviada a los periódicos italianos, al Ansa y a la RAI el 29 de septiembre de 1975 (L. Dolfi, Storia dell’A.ISP.I., cit. pp. 9, 11 y 15).

31Ibidem, pp. 47-48.

32También los congresos, reflejando la multidisciplinareidad de A.ISP.I., estaban subdividos en secciones correspondientes a las distintas áreas geográficas.

33En 2009 la Associazione italiana di Studi iberoamericani (AISI) y en 2010 la Associazione italiana di Studi portoghesi e brasiliani (AISPEB).

34El AISC, cuya fundación en 1978 se asocia a la libre valoración de la lengua catalana que acompañó el paso de la dictadura a la democracia española.

35Bien dieciséis: Giovanni Maria Bertini, Franco Meregalli, Carmelo Samonà, Lore Terracini, Alessandro Martinengo, Giuseppe Grilli, Ermanno Caldera, Laura Dolfi, Norbert von Prellwitz, Gabriele Morelli, Caterina Ruta, Augusto Guarino, Pietro Taravacci, Maria Vittoria Calvi, Fausta Antonucci y Marco Presotto.

36Un primer intento de bibliografía se remonta ya a 1980 y al Annuario degli iberisti italiani (Pisa, Cisalpino-Gogliardica), cuidado por Silvana Serafin y con una premisa de Franco Meregalli y Giuseppe Bellini. Este libro ofrecía, para cada entrada, la bibliografía completa de los últimos cuatro/cinco años y una selección de cinco títulos para los anteriores.

37De la que dos hispanistas italianos fueron presidentes: Franco Meregalli desde 1983 hasta 1986 y Aldo Ruffinatto desde 2010 hasta 2013.

38Como las otorgadas para premiar, con una estancia en España, la mejor tesis leída en el último año académico.

39Dentro de los cuales destaca el congreso de A.ISP.I. celebrado en Madrid en 1987 (siendo presidente de la asociación Alessandro Martinengo) y en el que tomaron parte como ponentes hispanistas italianos y destacados filólogos y lingüístas españoles (cfr. Storia dell’A.ISP.I., cit., pp. 35-37).

40 Después de un primer encuentro con Julián Donado, director del Instituto español de cultura, fue determinante mi siguiente coloquio con el nuevo director, Román Gubern (ibidem, pp. 51 y 54). Este acuerdo de colaboración entre A.ISP.I. y el Instituto Cervantes de Roma se firmó en mayo de 1994 (ibidem, p. 54).

41Mi finalidad era la de reunir en una única sede, no universitaria (por un criterio de igualdad), las publicaciones de los hispanistas italianos: no solo los libros, sino sobre todo los artículos que, al ser publicados en revistas (más o menos conocidas) o en volumenes misceláneos y de homenaje, italianos o extranjeros, resultaban menos alcanzables en las acostumbradas bibliotecas públicas. Naturalmente esto se pudo realizar con la imprescindible colaboración, por un lado, de todos los hispanistas que enviaron, y siguen enviando, un ejemplar de sus publicaciones; y, por el otro, de los bibliotecarios del Instituto Cervantes de Roma que se ocupan de catalogarlas y de ponerlas a disposición de los lectores en la sala de lectura o enviando fotocopias y pdf.

42Fundada por la XIII Junta presidida por Pietro Taravacci y dirigida desde 2013 hasta 2021 por María Vittoria Calvi y desde 2022 por Renata Londero.

43Una complementariedad que la Asociación ha mantenido siempre, y que sigue manteniendo, a pesar de que la Lengua se haya alejado de la Literatura adquiriendo metodológicamente una autonomía propia.

44Con la XIV junta presidida por Maria Vittoria Calvi.

45No puede pasar desapercibido el importante papel que las Juntas han ejercido con los órganos oficiales de la enseñanza (Ministerio, ANVUR, CUN), y que se ha vuelto más laborioso sobre todo en el último decenio.

46A quienes le debemos incluso la feliz idea de organizar este encuentro y recordar este nuevo aniversario invitando a los antiguos directores para que evocaran sus experiencias con las diferentes facetas, problemáticas y logros de nuestra asociación. Acertada ha sido la idea de cerrar la celebración del cincuentenario de A.ISP.I. con un diálogo con tres poetas y novelistas: Luis García Montero, Eduardo Mendoza y Jaime Siles.

47Quizá, reanudándose en parte al antiguo Panorama degli insegnamenti, resultaría útil completar el elenco del directorio de A.ISP.I. con la especificación del ámbito de investigación de cada socio, de la sede de referencia, del cargo y de la eventual asignatura dada.